lunes, 18 de mayo de 2015

"BODA, GUERRA Y MUERTE EN ROMA" Parte I

EL DOMINGO DÍA 17 DE MAYO, 74 RECREACIONISTAS DE TODOS LOS PERIODOS HISTÓRICOS ROMANOS, DESARROLLARON ACTIVIDADES CONJUNTAS EN EL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE SEVILLA
Para conmemorar el Día Internacional de los Museos.
En esta entrada la primera parte "FUNERAL" y visita al Museo.

Para el cartel del evento ha sido seleccionada una fotografía mía del Museo Arqueológico.
Fotografía original para el cartel de una visita al Museo en diciembre del 2013.
Nada más y nada menos que 74 recreacionistas históricos andaluces, en el evento: "BODA, GUERRA Y MUERTE EN ROMA" en el Museo Arqueológico Provincial.


Dicha actividad ha sido desarrollada mediante la colaboración entre las instituciones museísticas Colección Museográfica de Gilena y Museo Arqueológico de Sevilla.



En dicha actividad han estado presentes:

Legio I Vernácula, perteneciente a la Colección Museográfica de Gilena.
Legio V Hispalense de Alcalá de Guadaira.
Legio XXX Ulpia Victrix de Sevilla.
Legio VII Gémina Cohors V Baetica de Málaga.
Legio VIIII Hispana de Toledo, pero con sus representantes andaluces.
INTRO Recreación Histórica de Sevilla.
Ibídem Ibídem de Puente Genil.
Ego Femina de Sevilla.

Fotógrafos de Foto-Sevilla:
Administradora: Blankagi Photografy
Miembros del grupo: 
Miguel Ángel Bonilla García 
Enrique García Cabrera
Jose M. Hds



En la Antigua Roma los ritos de entierro son muy similares a los griegos aunque la pompa de las exequias es ampliamente mayor en los romanos. En los primeros tiempos fue más popular la inhumación en la necrópolis, esta fue reemplazada en popularidad por la cremación en el primer y segundo siglo del imperio y luego la inhumación volvió a aparecer cuando aumentó la población cristiana ya más cerca hacia la caída del imperio. Las familias más adinerabas contrataban organizadores que se encargaban de armar el cortejo, los cuales se encargaban de traer desde músicos que iban delante de las exequias hasta "lloradores" para mostrar al muerto cómo un ser grande, llorado y reverenciado por otros. Dependiendo de lo ilustre del difunto la exhibición de este al público podía durar hasta una semana.
Fuente: Tanatopedia



Una vez dada la oración, y en algunos casos el discurso, los familiares se dirigían hacia la pira funeraria -siempre fuera de la ciudad- cargando máscaras de cera y esculturas de sus familiares muertos anteriormente, como si todos estuvieran presentes. Antes de encender el fuego un familiar cercano se acercaba donde el muerto y abría sus ojos para permitirle ver por última vez la luz, luego de esto se cerraban los ojos pronunciando el nombre del extinto para luego depositar una moneda en su boca -con el objetivo de que este pague su viaje al más allá a Caronte, el barquero del Estigia en el inframundo-.





Los seres familiares honraban a sus seres queridos con ofrendas de comida, por ello en las tumbas había tubos de libación (a través de los que se dejaban las ofrendas), cenadores, exedras y pozos Se realizaban ofrendas de huevos, judías, lentejas y vino. El vino se consideraba un sustituto de la sangre y la bebida favorita de los muertos. En ocasiones especiales se sacrificaban animales y se hacía una ofrenda con sangre. La familia romana estaba unida y al fallecer uno de sus miembros pasaba a formar parte de los antepasados a los que había que rendir culto. El espacio del enterramiento, sepulchrum, adquiría el carácter de lugar sagrado, locus religiosus, inamovible, inalienable e inviolable. Solo podían acceder a él los familiares. Las partes externas, la momumenta, sí que se podía transformar y redecorar.




Tras el fallecimiento se le cerraban los ojos y se le llamaba tres veces por su nombre para comprobar que realmente había muerto. A continuación se lavaba el cuerpo se le perfumaba con ungüentos y se le vestía. Los lujos estaban prohibidos por ley pero permitían colocar sobre la cabeza del difunto las coronas que había recibido en vida.





El séquito: Iba a la cabeza de la comitiva un maestro de ceremonias seguido de lictores vestidos de negro. Seguían a continuación los músicos, las plañideras o llorones (praficae) con lacrimatorios de barro o de vidrio, los arquimimos que representaban con gestos las principales acciones de la vida del difunto, los esclavos libertos, los retratos de los antepasados y las insignias. El cuerpo era llevado en una litera (féretrum) por portantes especiales o bien por la familia o elevados personajes y seguían detrás los parientes cubiertos con velos y exhalando gritos lastimeros.

Consagrado a los Dioses Manes. Adriano, de treinta años, piadoso para con los suyos, aquí yace. Sea para tí la tierra leve.
La laudatio funebris fue la oración que se hablaba en los romanos en la memoria de un difunto famoso, durante la ceremonia fúnebre. El ritual del funeral incluyó varias etapas, incluyendo una procesión en la que las familias de los fallecidos que exponen las imagines de sus antepasados, mientras praeficae , mujeres especialmente pagados, cantaban endechas llamados neniae.
















Podéis ver mi anterior entrada en el blog sobre el Museo Arqueológico en una visita más amplia.
http://photobgr.blogspot.com.es/2014/01/museo-arqueologico-de-sevilla.html



También una interesante visita a Itálica










El España no hay leones, pero el símbolo que se asocia a nuestro país es, precisamente, el león.
Los griegos siempre incluyeron al león en sus mitos y leyendas, algo coherente, si conocemos el dato que en tiempo de Aristóteles, en el siglo IV a. C. los rugidos de los leones podían oírse a las puertas mismas de Atenas. En la Península Ibérica fueron los misteriosos íberos los que representaron al león en sus esculturas. En nuestro suelo existe un gran acopio de esculturas ibéricas que representan leones.
Los romanos fueron la civilización de la Antigüedad que más influyó en la población de leones del Mediterráneo debido a su utilización en los juegos del circo. Los llamados venatio, era como se denominaba en la Antigua Roma, los espectáculos que se celebraban en el circo o en el anfiteatro y en el que intervenían animales exóticos y salvajes.


El signifer era en las unidades de infantería del ejército romano un suboficial encargado de llevar el signum o enseña de cada centuria.

Su categoría era la de miles principalis y era elegido por su valor, dominio del oficio militar y honradez. Por ello, también se le encomendaba la custodia de la caja de ahorros de su centuria, que, unida a las del resto de las centurias, se custodiaba en el aedes o capilla de los principia del campamento de la unidad, capilla en la que se encontraban los estandartes de cada legión o cohorte auxiliar cuando no salían las tropas al campo.


Dentro de cada centuria, el signifer dependía del centurio a través del optio. Podía ascender a optio o bien, en las legiones a aquilifer o portador del aquila, la principal enseña de la unidad, o a imaginifer, portador del retrato del emperador, y en las unidades auxiliares a vexillarius o portador del vexillum o bandera de la unidad.

En una próxima entrada, las legiones romanas y su historia a través de su recreación histórica y su indumentaria. 

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